Me he preguntado, y lo sigo haciendo sin obtener respuesta, qué secretos encierra la voz de nuestros cantadores dada su capacidad para despertar en los que les escuchamos una indescriptible convulsión de sentimientos. Consideramos que son fruto del entorno, de la valentía, y de la capacidad innata que tienen y demuestran una y otra vez al confirmar su valor para comunicar los sentires y engrandecer el arraigo, con una dimensión inamovible de apego a las firmes esencias.
Maricarmen González Reyes se situó prontamente entre el selecto grupo de voces que atesora el privilegio de consolidar poderío y grandeza, presto a dar brío a nuestro folclore. En ella se acrecienta un halo claramente diferenciado, un color y una fuerza genuina con lo que marca distancias y enseñorea la capacidad de transmitir.
Estas líneas me permiten reparar que entre nosotros se engrandece una voz sublime, un cauce de hondo arraigo, que viene arropada por la sencillez y la generosidad. Es el tesoro que celosamente custodia Maricarmen.