Su vida sería perfecta si su adorada abuela no acabara de fallecer. La última voluntad de la anciana es que vaya a Beacon, su pueblo natal en Maine, para entregar una carta a Chet Cummings, su primer amor. Ellen, dispuesta a concederle este deseo, emprende el viaje a uno de los estados más vírgenes y aburridos del país. Con suerte, piensa, pronto estará de vuelta. Pero todo se complica cuando, al llegar, cae al mar mientras está sacando fotos del espectacular paisaje. Afortunadamente, un hombre ve el accidente y se lanza al rescate. Se trata ni más ni menos que de Roy Cummings, el sobrino de Chet. Juntos averiguarán la verdad sobre su pasado familiar al mismo tiempo que Ellen descubrirá un nuevo mundo en Beacon. Al principio es una sensación extraña, pero poco a poco se dará cuenta de que es un lugar maravilloso y auténtico; un lugar con sabor a arándanos.
«Una primera novela encantadora y tierna. Enfatiza la fuerza de los placeres simples, la comida casera y una química innegable.»
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