La ciudad tenía una calle muy larga, la llamada calle Real, que la atravesaba como un eje de un extremo a otro; empezaba en la plazoleta del muelle, al sur, y terminaba en la alameda, al norte, a la que entonces se la había bautizado con la denominación de plaza del Generalísimo debido a la política imperante de aquellos años, siempre conducente a enaltecer al Caudillo