La huella es el molde de la ausencia solo podía ser completa si se combatía la habitual frialdad de Verónicas con la violencia de los focos cortesía del iluminador Fran Cascales? que cubren de rojo el pasillo central de la nave. Esa luz ha marcado en cierto modo la trayectoria de este atípico fotógrafo. Tan atípico que en ninguna de las obras expuestas ?todas originales, nada de reproducciones ha intervenido una cámara. Quizá para los más doctos en la materia no tenga ningún misterio, pero quienes se acerquen de nuevas a Tomy Ceballos van a flipar Porque poco tiene que ver su obra con la de casi cualquier otro fotógrafo. Por Verónicas sobrevuela inevitablemente la sombra de Man Ray, pero el murciano redobla la apuesta del estadounidense por la abstracción. Y lo hace, efectivamente, sin un objetivo y obturador que controlen la luz con la que dejar su huella. O la de otros. O la de ciertos objetos. O la de las olas del Mediterráneo. O incluso la de la propia luz.