La fatalidad preside las vidas de Ezequiel y de Barrera Álamo, creadores sin obra que intentan explicar con voz impostada la desazón de vivir, mezclados en sucesivos episodios con la cruel existencia de Simón, ser marginal que vuelve a sus raíces después de malearse en suburbios y barrancos. Ecos de Cuando ya no importe, de Juan Carlos Onetti, laten en este relato de desapariciones anunciadas, de vidas repetidas y vacías. Isaac de Vega, al borde del mismo desarraigo de sus personajes oscuros, ha construido una obra callada, fuera de modas y litigios, voluntariamente fetasiana, donde coexisten la escritura precisa y un ambicioso empeño en desentrañar las miserias humanas.