A lo largo de las líneas antecedentes, se ha pretendido reflejar un amplio abanico de referencias documentales, noticias bibliográficas, datos orales y vivencias acerca de un lugar muy concreto de La Palma: la Hacienda del Cura. El objetivo no ha sido otro que el de proporcionar una visión amplia de este núcleo poblacional desde sus orígenes en 1834, hasta mediados de la década de 1980, data en la que su último residente fijo abandonó el caserío.
Se trata, además, de un núcleo poblacional con unos rasgos bien delimitados en los que la lejanía, la incomunicación y la autosuficiencia han sido algunos de los principales, Junto a ellos, debe incidirse en otra característica no menos relevante, el que todos los miembros de la comunidad se encontrasen relacionados por vínculos familiares muy cercanos. No en vano, la mayoría del más de centenar de habitantes que llegó a alcanzar la Hacienda del Cura provenían de Domingo Lorenzo Camacho-comúnmente conocido como Domingo Camacho que, como se ha mencionado, compró esta finca, en 1873 a los herederos de Miguel Febles Fonte, director espiritual de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios en Los Llanos de Aridane.
A través de estas páginas, podría darse la impresión de que la vida en la Hacienda del Cura transcurrió de una manera plácida y sin sobresaltos. Cabría plantearse, incluso, si este aislamiento fue motivo favorecedor u obstáculo para su desarrollo. Sin duda, desde un punto de vista social, esta incomunicación resaltó muchos valores humanos, en especial en la concepción del discurrir cotidiano en el que las relaciones personales en un asentamiento de una superficie tan limitada fueron por lo general amigables. Sin duda alguna, el medio físico condiciona la vida de los vecinos, pero no es menos cierto que éstos se adaptan a é y, por hostil que sea, se acomodan y lo contemplan como el más idílico entrañable. En las reuniones mantenidas con los que allí nacieron, se disfruta y se recuerda de una manera gozosa las vivencias desarrollas en aquel pago. En cambio, desde una perspectiva económica, la ubicación y los recursos de la Hacienda del Cura fue siempre un obstáculo; el transporte de los productos de sus Cosechas, especialmente el tabaco, era muy costoso. En cuanto a las necesidades personales (sociales, sanitarias o educativas) la vida en aquel paraje conllevada grandes dificultades y cualquier urgencia médica, por ejemplo, suponía un evidente riesgo para sus vecinos.