En una economía rural, como la de Arona durante buena parte del siglo XX, con cíclicas crisis, la población se vio abocada a buscar fórmulas que permitieran superar las dificultades. En esa economía de subsistencia la mujer juega un papel decisivo. Muchas recurren a sus habilidades para la obtención de unas rentas que mitigaban las dificultades económicas de la familia.
Ana Sonia Fernández Alayón califica a ese colectivo de mujeres como emprendedoras. A mayor o menor escala fueron empresarias que hicieron gala de un alto grado de autonomía, creatividad, determinación, intuición, tenacidad, responsabilidad y visión. Con desigual éxito y beneficios, según la emprendeduría creada, afrontaron una actividad profesional que debía compatibilizarse con el trabajo doméstico.